ECM´s: La conciencia más allá del cuerpo – (Parte II)
Dentro de las ECM´s hay un porcentaje de ellas que escapa al común denominador. Un porcentaje muy pequeño, es cierto, pero no por ello poco relevante. Son las ECM´s negativas.
Muy distantes de las descriptas en la primera parte, en estas lo que la persona dice experimentar le resulta totalmente aterrador. En un estudio de 1992 llevado a cabo por los doctores Greyson y Bush, distinguen tres tipos de experiencias terroríficas:
1 – Inversas.: A pesar de haber vivido contenidos paralelos a los de las experiencias radiantes (luz intensa, presencias, paisajes maravillosos, etc.), son percibidos por el individuo como atemorizadores. La persona se encuentra en una realidad extraña, fuera de control y que le alarma en extremo.
2 – Vacío total. La sensación que se genera es de soledad brutal y de inexistencia.
3 – Infernales: En estas, al asunto toma un cariz oscuro y amenazante. Se relatan encuentros con entidades agresivas, visiones arquetípicas del infierno e incluso la percepción de ser juzgados y de recibir tormentos.
No se puede dejar pasar en este punto la aclaración de que, al igual que en las experiencias agradables, estas tampoco son estáticas. En ocasiones hay una fluctuación desde la parte negativa hacia una radiante. En otras, la persona suplica ayuda a un ente divino o a algún familiar por el que siente un cariño especial, y con ello logra acabar con su tormento.
Las ECM´s negativas son las menos estudiadas y de las que menos constancia se tiene. Ello es porque al ser en porcentaje tan pocas en comparativa con las positivas, los investigadores en su gran mayoría se han concentrado en estas últimas. Sumado a esto es que quienes las experimentan guardan reserva y no las comparten. Tal cual lo sostiene la investigadora Nancy Evans, sin duda está relacionado con nuestros valores culturales que generan las siguientes ecuaciones:
Placer = paraíso = recompensa = salud psicológica = positividad = ser buena persona
y por el contrario:
Dolor = infierno = castigo = enfermedad psicológica = ser mala persona
Teniendo presente estos valores, no es difícil el darse cuenta el porqué se sabe tan poco de ellas y son mantenidas en secreto por quienes las viven.
Pero, también en relación a estos paradigmas culturales a los que podríamos considerar como establecidos en nuestra sociedad, surge de los estudios e investigaciones relacionados con las ECM´s, que no hay una correspondencia que se cumpla siempre y que asocie a una cosa con la otra en forma inequívoca. El Dr. Kenneth Ring ofrece, para ejemplificar lo antedicho, el caso de un proxeneta condenado por agresiones, cuya ECM fue muy agradable. En contrapartida, otro investigador, Richard Bonenfant, relató el caso de un niño de 6 años, de nombre Scott, quien luego de un accidente en la calle, vivió una ECM. Pero lejos de ser placentera, se vio acosado por un ente con una presencia siniestra: compuesto de carne podrida, lleno de heridas y con una mucosidad verde que lo cubría. Esta figura diabólica le habló con una voz profunda y desagradable, hizo el intento de atraparlo y lo persiguió por un lugar oscuro. Según describió, se encontró con un tío suyo ya fallecido y con una presencia a la que definió como un “ángel”, quien lo escoltó a un refugio. Luego de ello se despertó en el hospital.
Como se ve, no hay equivalencia entre lo que consideraríamos una “buena persona” (¿qué mal irreparable se le podría achacar a un niño de 6 años?) y una ECM placentera, así como tampoco entre una conducta malsana y una ECM negativa.
Dando un último apunte a este respecto, hay que establecer que de acuerdo a las estadísticas que se han podido hacer sobre las ECM´s, entre las personas que manifestaron haberlas tenido, solo alrededor del 4% del total corresponden a las negativas. Aunque obviamente, en estas últimas, no hay que descartar que exista un sub registro debido a ese condicionamiento cultural que se mencionaba antes.
Efectos posteriores a las ECM´s
“Antes de adquirir la sabiduría, corta madera y acarrea agua. Después de adquirirla, corta madera y acarrea agua” Proverbio budista
No solo la experiencia por si misma resulta por demás tocante, alentadora o perturbadora según el caso. Pero todos aquellos que dicen haberla atravesado, de una forma u otra se ven afectados por ella. Y el abanico de efectos en todos los casos, es tan amplio como las ECM´s en sí mismas.
Como la enumeración de estos, haría que la extensión del presente informe fuese más allá de lo aconsejable, y para evitar el riesgo de convertirse en tedioso; estarán englobados dentro de unas características comunes que abarcan a la gran mayoría de ellas, independientemente de las creencias religiosas profesadas por los afectados, o la carencia de las mismas.
Un hecho que resulta manifiesto y evidente en todos los casos, es el producido por la inefabilidad. Hace referencia esto a que al momento de relatar lo vivido, las limitaciones de la lengua se torna por momentos insalvable. Las palabras, los conceptos, adjetivos y metáforas son escasas y se muestran vacías en el acto de compartir con los demás aquello experimentado. Nada parece ajustarse adecuadamente a esa contemplación, el lenguaje no alcanza.
Pero el elemento que sin duda destaca más, es el que afrontan cuando desean compartir lo que les pasó: la incredulidad.
Inmediatamente después del relato, en la gran mayoría de los casos, como es lógico, las explicaciones surgen de boca del personal médico, de familiares y amigos. Lo adjudican a efectos de las drogas suministradas durante la operación o reanimación, a la anestesia, a una alucinación, etc. Eso lleva a que se pueda desarrollar un proceso de aislamiento paulatino en referencia a estas experiencias. Lo guardan para sí mismos, pero inevitablemente esos cambios que muchas veces suceden en la personalidad, en sus sistema de valores y en sus prioridades, se ven reflejadas en forma de pensar, de actuar, en el relacionamiento con su entorno, y ello puede chocar con la incomprensión de quienes lo rodean.
Kimberly Clark, una trabajadora social con una gran experiencia en muchos países, y que a su vez tuvo una ECM, habla de un shock cultural. Quienes han atravesado esa situación, tienen que reintegrarse en el mundo como si todo fuese igual que antes, pero padeciendo los procesos de ajuste similares a quienes se trasladan de una cultura a otra.
Pero sus propias palabras son las que ejemplifican de mejor manera el estado por el que en muchas ocasiones atraviesan quienes han tenido una ECM:
“En ocasiones me siento como una extranjera, excepto por una razón muy importante: no provengo de una cultura distinta, sino de una dimensión distinta”
A diferencia de aquellos que emigran a otras tierras, quienes en última instancia pueden volver a su país de origen, estas personas no pueden manejar la posibilidad de repetir su experiencia con solo desearlo. Y es que en muchas ocasiones tampoco lo desean, pero sí les es difícil encontrar la comprensión y el entendimiento en su entorno.
Pero este hecho presenta una contrapartida, que quizás parezca contradictoria, pero es complementaria. Nada es sencillo en este tema, involucra y pone en juego muchas cosas, sacude todos los cimientos. Cimientos que se nutren a posteriori, y a raíz de esta vivencia, en la comprensión hacia los demás, la realización personal, y el desapego a lo material.
Una espiritualidad acentuada, disminución del ego, la pérdida del miedo a la muerte y hasta en algunos casos un aumento de capacidades psíquicas paranormales, completan el abanico de posibilidades.
Pero si se decía en párrafos anteriores las dificultades de que la experiencia fuese aceptada, o la imposibilidad de transmitirla en toda su intensidad; más arduo se torna para aquellos cuya ECM tuvo características oscuras.
Es que aquí se suma a todas las complejidades detalladas, la asociación inmediata al castigo. Se cierne sobre ellos la sombra de un estigma que los señala como “malas personas” y temen ser juzgados por los demás. Por esto es que el porcentaje que desarrolla depresión, soledad, tristeza y apatía, ocupa un gran espacio en este grupo. Todo esto es un claro indicio del porqué se sabe tan poco sobre ellas y se hace muy difícil cuantificarlas. La atención psicológica y la contención familiar se vuelven vitales y necesarias.
La huella y el impacto que queda luego, sea cual sea el tipo de experiencia que se haya tenido, es muy profundo.
Las ECM´s y la cultura
No solo en animaciones modernas como La Era del Hielo se hace alusión a este fenómeno, sino ya en relatos de tiempos muy lejanos.
La perduración del ser humano luego de su muerte física ha sido siempre un elemento clave y constante en todas las religiones y creencias a lo largo de la historia, y por ello no extraña que también haya quedado reflejado en los muchos escritos de su tiempo. Un ejemplo de ello es “El mito de Er” . Platón, en su obra “La República”, da cuenta de esta leyenda en la que el guerrero Er, luego de haber estado muerto, vuelve a la vida y habla de sus experiencias en el más allá.
Pero una obra que destaca especialmente es la denominada “Ascensión al Empíreo”. Esta obra del autor flamenco El Bosco, que se estima pudo haber sido realizada a finales del siglo XV, y que forma parte de un tríptico denominado “Visión del más allá”; tiene como característica distintiva en ella la representación de un túnel por el cual las almas desencarnadas se dirigen hacia el encuentro de una luz ubicada al final del mismo.
Es importante tener presente el contexto en el cual esta obra fue realizada. Y es por ello que el entorno en el cual el pintor se desenvolvía influyó sin duda en esta obra, representando en ella sus miedos, creencias y convicciones. En ese tiempo, la presencia del tema religioso era una realidad asfixiante y a su vez amenazante. La creencia en el castigo eterno, la segura ascensión al cielo por llevar adelante una vida piadosa y rigurosa (de hecho Empíreo hace referencia al cielo de los cristianos), la influencia del pecado y todos los avatares de una vida ligada en extremo a la religión, están plasmadas en sus pinturas. Pero no por eso deja de ser por lo menos curioso que eligiese para la representación de ese pasaje al más allá, la imagen que ya se ha vuelto icónica al referirse a este tema: una luz al final de un túnel.
Todas estas representaciones han ido teniendo a través del tiempo, de los métodos de divulgación y manifestación de la obra, un in crescendo producto de la masividad de los medios, existiendo además una cierta apertura a la difusión del mismo. Más allá de la postura personal que se pueda tener ante este fenómeno, ya no resulta ajeno a la gran mayoría de las personas. Por lo que ya es dable considerar, al menos en el mundo occidental, este tema como instalado en el imaginario colectivo.
Posibles causas de las ECM
Se ha intentado explicar de múltiples maneras las ECM´s, y las diferentes formas van desde las causas fisiológicas, las psicológicas a las trascendentes. A continuación una breve enumeración de dichas explicaciones:
- Hipoxia: El término hace referencia a la falta de oxígeno en la sangre, debido a lo cual se compromete el funcionamiento del organismo.
- Hipercapnia: Exceso de dióxido de carbono en la sangre.
- Endorfinas: En los momentos de estrés, como puede ser el trauma físico o el miedo a morir, éstas son segregadas y tienen la función de bloquear el dolor e inducir sensación de bienestar.
- Administración de drogas: Las suministradas durante el procedimiento médico, por ejemplo: la anestesia.
- Despersonalización: Trastorno que tiene como característica la sensación de extrañeza o distanciamiento de uno mismo.
- El cerebro al estar recuperándose, genera un relato coherente, pero fantasioso, en el cual integra las sensaciones percibidas durante la experiencia.
- Realmente existe vida después de la muerte.
Muchas de estas características enunciadas concuerdan con los relatos y posiblemente sea la explicación para muchas de las situaciones que luego se confunde con las ECM´s, pero ninguna de ellas son plenamente satisfactorias para dar respuesta a todas estas. Por ejemplo, no explican como las personas en plena crisis médica, tienen conocimiento y detallan luego, eventos que suceden fuera de la sala donde son atendidos, incluso fuera de las instalaciones, siendo estos después corroborados por los involucrados. Más aspectos quedan fuera, pero un grupo de personas, tal como se destacaba en la primera parte de este informe, escapan a toda explicación racional: las personas ciegas.
Un caso sorprendente es el de Vicky Noratuk, ciega de nacimiento. A los 22 años tuvo un grave accidente automovilístico, por lo que fue llevada a un hospital. Clínicamente muerta, y mientras los doctores luchaban por revivirla, vivió una experiencia que la marcó para siempre. Hasta ese día no había visto nunca, pero esa jornada, se vio a si misma en la camilla de emergencias. Reconoció su cuerpo por el anillo de compromiso que llevaba en su mano y por su pelo. Eso la asustó.
Se sintió confusa y atemorizada pues nunca había conocido nada de formas ni de objetos sin que no fuese por la intermediación del tacto, pero ese día pudo ver todo cuanto sucedía y donde estaba. Un caso que hasta el momento no puede ser explicado con los paradigmas de la ciencia actual.
El Proyecto AWARE
Liderado por dos doctores de reconocidísima trayectoria, Dr. Sam Parnia (profesor asistente de medicina de cuidados críticos en la Universidad Estatal de Nueva York, doctor en biología celular y molecular por la Universidad de Southampton y postgrado en medicina interna, crítica y pulmonar en la Universidad de Southampton, la Universidad de Londres, y el Centro Médico Weill Cornell en Nueva York), y el Dr. Peter Fenwick (neuropsiquiatra y neurofisiólogo), el Proyecto AWARE comenzó en el año 2010, tuvo sus primeras conclusiones en el año 2014 e involucró 15 universidades y centros médicos de EE.UU, Reino Unido y Austria.
Teniendo en cuenta las descripciones hechas por los pacientes que declararon luego haber atravesado por una ECM, se dispuso que en los quirófanos y salas de emergencias que participaran de este estudio, se colocaran a una altura cerca del techo, pantallas que reproducirían imágenes en forma aleatoria y cuyo contenido sería desconocido por el personal médico. De esta forma se garantizaba que solo podían ser contempladas desde lo alto. Además, al formar parte del proyecto, los casos que sucedieran en estas instituciones registrarían y tendrían constancia de los parámetros vitales del individuo durante el transcurso de la experiencia, para así evaluar todos los datos.
A manera de resumen, he aquí algunos datos sobre las conclusiones del Proyecto AWARE:
De 2060 paros cardíacos considerados a los efectos del estudio, 330 personas sobrevivieron a ellos.
De esas 330 personas, 140 experimentaron algún tipo de conciencia. De las cuales el 13% tuvieron una percepción autoscópica (vieron la escena desde fuera de su cuerpo, aunque no había una identificación con el cuerpo allí presente).
Se presentaron las características comunes en la descripción de estas experiencias, como ser: luz en un túnel, revisión de su vida, encuentro con alguna presencia, etc.. No todas las personas tuvieron estas experiencias, y las mismas fueron con distinta significancia.
Lo descripto: sonidos, charlas del personal médica durante la reanimación, acciones de los mismo, etc., ha sido corroborado luego por el personal, por lo cual no se le puede achacar ser producto de una alucinación.
Con respecto a lo que se intentó realizar poniendo imágenes en lo alto de las instalaciones y que solo podían ser vistas desde arriba, ningún caso hizo referencia a ello.
Aunque, cabe aclarar que las reanimaciones que manifestaron algún tipo de conciencia sólo ocurrieron en el 22% de los lugares donde estaban dispuestas estas imágenes. En el 78% restante, sucedieron en lugares donde no estaban instaladas. Esto reduce en mucho la muestra, por lo cual proponen profundizar y mejorar este aspecto.
Esto es en forma somera lo expuesto por dicho informe. Aunque está presentado de una manera fría y numérica, es solo a los efectos estadísticos, ya que una de las cosas que nunca se debe olvidar es que se trata de seres humanos, con vivencias, vínculos afectivos, expectativas. Pero al tratarse de un estudio científico que fue realizado de una manera sumamente escrupulosa y detallada, debe ser divulgado así a los efectos de servir de muestra y base para ser considerado en futuros estudios.
Una de las cosas de las que ya sí se ha sacado una conclusión sumamente interesante, y se ha establecido en esos 140 casos, es que la consciencia se mantiene presente hasta por 3 minutos luego de que el corazón se detiene. Esto modifica lo que se pensaba antes, ya que se creía que el cerebro se detenía 20 o 30 segundos luego de esa falla en el corazón. Sin duda para todos los científicos que se han dedicado a este proyecto, para aquellos que se interioricen de este aspecto, y para el mundo médico en general, es un peldaño sobre el cual apoyarse y profundizar en el estudio de estas situaciones límites, y que les será útil al momento de afrontar dichos eventos.
Parte final
Todos en mayor o menor medida, aunque sea una sola vez y en una charla entre amigos, hemos pensado que pasará después cuando, por las circunstancias que sean, nos llegue el momento de exhalar nuestro último aliento. Para algunos les llegará el alivio de pensar que no todo termina aquí, que hay algo más, y no necesitan prueba alguna. Para otros, sencillamente allí se terminará todo y nada más sucederá. Otros seguramente no tengan una posición definida al respecto y procurarán entender un poco más de este fenómeno y que lo provoca, siguiendo los datos aportados por aquellos que lo investigan.
¿Cuáles son las causas que llevan a que estas personas hayan tenido estas experiencias, ¿qué las diferencia?. O mejor dicho, ¿qué tienen en común?. ¿Qué es la conciencia?. ¿qué la forma?, ¿dónde está cuando el cuerpo físico falla?.
Son muchas las preguntas. Por ahora ninguna respuesta es definitiva.
Jorge Humia
Bibliografía:
- Moody, Dr. Raymond A. – “Vida después de la Vida”, Ed. Edaf
- Gaona Cartolano, Dr. José Miguel – “Al otro lado del túnel”, Ed. La esfera de los libros
- Van Lommel, Dr. Pim – “Consciencia más allá de la vida”, Ed. Atalanta
- Kübler-Ross, Dra. Elisabeth – “La rueda de la vida”, Ed. Vergara
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